Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina. 

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Articula su lenguaje visual como respuesta a una situación pertinente a nuestro tiempo. Su ecosistema grafico nos muestra un mundo orgánico maravilloso que se quiebra. La naturaleza presenta una cristalización que exhibe las vibraciones constantes de un resquebrajamiento. Aún así sus imágenes orgánicas no sufren la rotura total, si no que evidencian sus canales, sus ríos, sus silencios de vida y de muerte.

 

Su formación plástica con excelentes maestros le otorgo un virtuosismo ejecutivo, una coherencia de estilo, imágenes de un lenguaje estudiado y sabido. Gran observadora y ejecutante limpia, nos habla con claridad. El blanco y negro dibujan conocimientos estructurales, y el cómo saber utilizarlos. El color habla de resquicios sorprendentes de vida, de animación conjugada.

 

La artista demuestra en sus secuencias progresivas un tema tratado con una conciencia alerta. Existe un peso que se revela como un sello personal en una visión que se articula con razones creativas, evidenciando una mirada de observadora tenaz. Su procedencia nos habla de la cuna de una ciudad denominada  “la docta”, término utilizado también por Roland Barthes, en sus acostumbradas citas del vocabulario crítico. 

 

Estamos describiendo una obra que tiene el oficio requerido y una  verdad que la humanidad no logra percibir, es una alerta sobre la naturaleza y su orden cósmico. El hombre no quiere dar tregua a una destrucción desalmada. La artista respira desde esos canales, no fractura la visón global, sino que la muestra en su propia encarnadura abierta a un llamado testimonial, que sostiene desde su propio y coherente lenguaje plástico. 

 

                                                                                      Rosa Faccaro

                Asociación Argentina e internacional de Críticos de Arte

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